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Archive for agosto 2011

HP y la Sombra de la Muerte
Tercer Tomo del Fic

Todavia ni siquiera empezamos el segundo tomo y ya estoy anunciando el tercero.

¿La razón?

Ambos Tomos ocurren de manera simultanea, solo que con protagonistas diferentes desencadenando una espiral que los llevara a unir sus historias en el Cuarto y ultimo tomo del Fic.

Saludos.

Daiko.

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Fan Art Tomo 2 del Fic

Harry Potter y Los Guerreros del Tiempo
Segundo Tomo del Fic

El fin de la primera parte esta muy cerca e iniciaremos inmediatamente con la segunda parte.

Espero que llene sus expectativas.

Un saludo.

Daiko.

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La habitación parecía estar completamente a oscuras, apenas traspasaron ambos la puerta, esta se cerró a sus espaldas y desapareció fundiéndose con la pared. Hermione saco su varita proyectando una débil luz, se dieron cuenta que en realidad estaban en un pasillo el cual era estrecho y largo, muy largo, a Harry se le antojo que media varios kilómetros, al final un punto señalaba lo que parecía una luz.

-La puerta desapareció- dijo Hermione con una nota de preocupación.

-Parece que haya hay luz, quizás de ese lado está la salida, será como las escaleras que cambian de lugar, quizás saldremos en el comedor o en el atrio o algo asi.- y empezó a caminar por el pasillo.

Hermione, que no había olvidado su experiencia subterránea en Ravenclaw titubeo un momento antes de seguir a Harry, pero entre la idea de caminar a lo desconocido y quedarse sola… -Bueno preferiría estar en la biblioteca leyendo un libro.-se dijo más para sí misma ya que Harry había adelantado unos metros, casi corrió el espacio que los separaba hasta alcanzarlo, la luz parecía hacerse más grande conforme avanzaban. No había distracciones puesto que el pasillo solo ofrecía paredes desnudas sin ninguna decoración.

-Ojala tuviésemos más luz- dijo Hermione estremeciéndose ligeramente, al instante como si un genio hubiese decidido conceder cada capricho de la niña varios orbes de luz aparecieron sobre ellos iluminando varios metros hacia el frente y hacia atrás de donde se encontraban.

-Wow, que buen hechizo- exclamó Harry.

-No he sido yo- contesto Hermione.

-¿Entonces quién? Porque yo tampoco he sido dijo Harry mostrando su varita que aun llevaba empuñada en la mano.

-No lo sé, no… no tienes la sensación como de que alguien nos observa.

-Uuuhh, Uuuhh – dijo Harry, intentando imitar un fantasma pero se detuvo al ver la expresión de Hermione. Despues de todo, la chica era de origen muggle y para el que había vivido varias experiencias con fantasmas y que cualquier muggle saldría corriendo al verlas, aquello no tenía nada de especial, pero al parecer para la chica era diferente.

-Mira si alguien quisiese perjudicarnos le sería más provechoso dejarnos a oscuras.

-Sí, tienes razón- Hermione no se veía del todo convencida pero Harry decidió no insistir en el tema, se habían detenido y detenerse le daba oportunidad de pensar y justo ahora no quería pensar, quería llegar a la luz y ver que había ahí.

Caminaron varios minutos, en los cuales la luz se fu haciendo más y más grande hasta que descubrieron el contorno de una entrada en forma de arco, no más alta que la puerta por donde habían entrado, el cuarto al que conducía era enorme, quizás del tamaño del gran comedor, o quizás daba ese aspecto por el hecho de estar increíblemente vacio.

-¿Dónde crees que estamos?

-No lo sé, déjame ver, entramos por el sexto, no el séptimo piso, y no he sentido que descendamos en el pasillo, tampoco ascendimos puesto que no costaba esfuerzo caminar, y a juzgar por las ventanas yo diría que estamos en una de las almenas del castillo, en una donde nunca he estado antes, pero es un castillo grande y tenemos poco tiempo asi que no lo hemos podido explorar todo, dudo que alguien haya podido explorarlo todo asi que…

-Sssh- la interrumpió Harry, Hermione le caía bien, pero cuando se ponía a explicar algo más complicado que una mesa no había quien la callase, además algo había llamado su atención, a pesar de la luz que entraba en las ventanas había una parte de la habitación que estaba completamente a oscuras, aunque algo se alcanzaba a notar ligeramente, era un especie de silueta, si definitivamente era una silueta y tenía puesto un sombrero de mago.

-¿Hola?- dijo Harry intentando sonar amable pero con su varita en ristre.- Mi amiga y yo estamos un poco perdidos, la escalera nos desvió y terminamos aquí.- Hermione levanto una ceja, Vaya que el chico mentía con facilidad.

-Quizás si usted pudiera orientarnos como regresar al comedor o alguna parte conocida del castillo se lo agradeceríamos. –ahora que se acercaban más, el tipo parecía estar de espaldas.

-Por supuesto- dijo al fin el hombre- si desean salir solo deben pedirlo.

-¿Perdón? Es lo que le estamos diciendo queremos salir.

Como si hubiese sido un conjuro en una de las paredes apareció una puerta.

-¿Lo ven? Hogwarts siempre ayuda a quien lo pide, ahí tienes tu salida Harry Potter.

-Gracias, ya nos… ¿Cómo sabe mi nombre?

-Conozco a todos y cada uno de los alumnos de este colegio, de igual forma que conozco a la señorita Granger, de igual forma que conocí a tus padres. Desde que ingresaron supe que terminarían juntos y que el resultado sería espectacular.

-No quiero hablar de mis padres en este momento, asi que mejor nos marchamos, le agradezco la ayuda.

-No te la he dado yo,  tú lo has hecho, pero el punto no es porque vas a salir de aquí sino ¿porque has entrado?

-Ya le dije, nos desviamos y…

-Esta es una habitación especial- dijo la sombra interrumpiéndolo- Si yo pido flores- y al instante un puñado de flores apareció entre ellos y la sombra- Si pido que haya más luz- y Harry pudo identificar los orbes que los habían acompañado todo el camino. –Ahora la cuestión es, ¿Qué has pedido tú para poder entrar a este sitio en específico?

De momento la puerta de salida había quedado olvidada, Harry consulto con Hermione con la mirada y un ligero encogimiento de hombros le indico que ella estaba tan perdida como él. Retrocedió hasta el punto donde entraron, no, más atrás, cuando apareció la puerta, ¿Qué había dicho?, sentía mucho dolor, quería que el dolor se fuera, que desapareciera… No, él quería desaparecer. Si la habitación concedía todo.

-La habitación ¿puede conceder absolutamente todo?- pregunto Harry a la sombra, no pudo dejar de incluir una nota de miedo en la pregunta.

-Absolutamente todo, aunque no siempre del modo que lo imaginan las personas que piden.

-Entonces nosotros no hemos…

-No, no han desaparecido- respondió la sombra, Hermione dio un pillido de sorpresa.- Al menos no todavía, veras, cuando pasaron esa puerta el tiempo se detuvo para ustedes, podrian pasar años, siglos, milenios aquí y jamás cambiarían su aspecto y al salir sería exactamente el mismo instante siguiente de cuando entraron.

-Pero eso es imposible- dijo Hermione de pronto- el tiempo es…

-Impermutable, incontenible y muy peligroso de manejar, si lo se.- dijo la sombra- Pero debes creerme cuando te digo que he estado en contacto con las mejores hechiceras en cuanto a manejar el tiempo ha habido en la historia, ellas construyeron esta habitación, justo despues de terminar el castillo. Y lo hicieron por una razón en específico, esperaban el momento en que alguien desease borrar su propia existencia, ese alguien eres tu Harry Potter.

***

La botella despidió una luz azul, el hombrecillo coloco un dedo sobre ella y unos instantes despues sintió salir despedido hacia arriba por un gancho, nunca se había acostumbrado a los trasladores, prefería aparecerse pero la distancia que debía recorrer era demasiada, tenía una buena pista y la casa que debería estar sobre esa colina había desaparecido misteriosamente de los registros hacia bastante tiempo casi junto con él. Sin duda el chico había sido un mago prometedor, pero un día simplemente había desaparecido y no se había oído nada más de él, un mago de ese calibre no pasa desapercibido en ninguna parte del mundo, sobre todo para alguien que sabe dónde buscar.

Restiró el cuello de la camisa mientras descendía en una ciudad del tipo burgués, mostro sus documentos, o los del muggle que representaba, un muggle mucho más bajo que él y con un abdomen voluminoso y con un grave problema de sudoración.

Afortunadamente la poción multijugos duro exactamente el tiempo que le tomo llegar a la casa del muggle que le había servido de disfraz y que ahora estaría criando gusanos en un lote baldío de Surrey, transformado en una simple lata, Frank Young se había llamado, con una sonrisa recordó que tenía el mismo nombre que aquel jardinero.

–Nombres comunes para hombres comunes- dijo en voz alta.

Los últimos vestigios de la poción le dieron tiempo de desprenderse de las ropas y colocarse su nueva túnica. Estaba cerca, Sirius cuidaba su escondite y lo tenía justo donde quería, y sin saberlo cuidaba uno de sus tesoros más valiosos. Por la mañana saldría a la colina, algo le decía que el grimorio estaba ahí, y si no lo estaba al menos ahí encontraría la siguiente pista en su busqueda. Pronto, muy pronto podría enfrentarse a Dumbledore y eliminarlo, no importaba que tuviese que intentarlo cien veces, muy pronto él sería inmortal.

***

-¿Yo? Yo no quiero desaparecer, lo siento pero se equivoca de persona.

-Nunca me equivoco, he juzgado a más personas de las que podrías contar y jamás he errado mi juicio en ninguno, y tan cierto es lo que digo como que aquí estas, junto a mí, y llegaste porque solicitaste desaparecer, y me alegra informarte que tu petición ha sido aceptada.

-Usted está loco, yo no he pedido nada, y no quiero nada de usted, me largo de aquí ahora mismo- y con paso decidido Harry se encamino a la puerta seguido por Hermione.

-Lastima, ya que el desaparecer no fue la única petición que se te concedió.

-Olvídelo- dijo Harry- lo que hay para mi quédeselo.

-¿El poder para traer de vuelta a tu hermana y para derrotar a los asesinos de tus padres?, ¿el poder de darle esperanza a todo el mundo mágico?, lo siento pero esa es una carga que solo tú puedes llevar.

Harry se detuvo con la mano en el picaporte, lo apretó con rabia hasta que sintió que su mano temblaba, aun asi su voz salió bastante calmada.

-El asesino de mis padres es solo uno y ya me las arreglare para enfrentarlo.

-Te equivocas, es cierto que tus padres fueron asesinados solo por un hombre. Pero detrás de ese hombre hay una variedad de enemigos que no imaginas. Enemigos que conspiraron contra tu padre y que mantienen el puño de hierro sobre la sociedad, enemigos que engañaron a tu padre haciéndose pasar por sus amigos y que regresaran de manera temible y más allá del mar un enemigo que tu padre ni siquiera imaginaba se acerca. Pronto muy pronto esos enemigos entraran en pugna por la supremacía y el vencedor de tan terrible lucha tendrá un nuevo objetivo. Tú.

-Está mintiendo ¿cómo puede usted saber eso? –Harry volteo hacia la sombra y olvido por un momento la puerta.

-Lo sé desde hace siglos, esto fue profetizado Harry, el destino se está cumpliendo y tu padre junto con algunos otros sabía que esto pasaría.

-¿Mi padre lo sabía? ¿Y porque no me lo dijo?

-Tu padre sabía que pronto habría un niño en Hogwarts que buscaría esta habitación, pero desconocida la identidad de ese niño, yo sabía que alguien me encerraría aquí en algún momento, y el inicio del fin de las cosas empezaría con un niño negando su existencia, un niño que absorbería uno de los secretos mejor guardados de Hogwarts… un secreto hecho hace más de un milenio exclusivamente para ti.

La habitación pareció dar vueltas alrededor de Harry, lentamente se sentó en el suelo respirando de forma trabajosa e intentando no desmayarse.

-¿Porque yo?

-Lo desconozco, mi misión consistía en informarte en cuanto ingresaras a esta escuela, o al menos eso creí, ahora lo comprendo mucho mejor, debía ser de este modo para que creyeses.

-Y qué debo hacer.

-Eso creo que tú ya lo sabes.

Harry cerro los ojos intentando concentrarse, permaneció unos minutos hasta que se dio cuenta que no había respuestas incorrectas, si esa habitación estaba hecha para él, si realmente era asi…

-Muéstrame lo que debo hacer.

Una puerta apareció en la pared contigua a donde había aparecido la salida, era una puerta circular con cuatro perillas, Harry se acercó e intento tomar la primera y le pareció que tenía la consistencia del humo.

-Qué raro- exclamo Hermione, Harry casi dio un salto, se había olvidado que Hermione estaba ahí con él. Ella se acercó e intento tomar la perilla, para su sorpresa la perilla permaneció rígida y Hermione pudo cerrar su mano sobre ella.

Intento girarla pero estaba cerrada firmemente, Harry comprobó con la siguiente y nuevamente la atravesó al igual que con la tercera, finalmente la cuarta perilla se mantuvo sólida en su mano.

-Parece que vamos a necesitar dos más… tres y cuatro – conto para sí misma en voz baja, mientras todas las perillas excepto la primera fueron de humo para ella.

-Cuatro deben ser los que traspasen esa puerta, y un pago deberán hacer.

-¿Pago?- pregunto Hermione.

-Vuelvan con las personas restantes y entonces les explicare, para volver a entrar deberás hacer lo mismo en el mismo lugar ¿de acuerdo?- pregunto la sombra a Harry.

-De acuerdo, volveremos, solo una cosa más, hay alguna forma de que pudiera traer de vuelta a mis padres si… si hago esto.

-No hay magia capaz de revivir a los muertos Harry Potter, yo solo te ofrezco… esperanza.

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Ángelo apareció a las puertas del centro de investigación, saludó a un par de conocidos en el trayecto hacia la sala informal donde, no tenía duda, a esa hora del día encontraría al doctor Grosso encorvado sobre su mesa de billar.

Grosso era un físico prominente, su habilidad para los cálculos le conferían entre los subalternos un aura de invencibilidad en este deporte, afirmaba, para regocijo de Stasi, que ni siquiera con magia podían vencerle. No se equivocó, la destacable calva del doctor Grosso estaba reflejando la luz de la lámpara de centro y tras una leve hojeada golpeo la bola blanca, esta golpeó otra que a su vez impacto a otras dos que irremediablemente fueron a parar una a cada tronera.

-¿Divirtiéndote Grosso?- los subalternos que jugaban con el doctor parecían de repente haber acordado que tenían situaciones urgentes, y se dirigieron apresuradamente hacia la salida.

-Huyan, huyan cobardes, pero no olviden que me deben un almuerzo.- Dijo Grosso a los recién salidos.

-Pues me has espantado a los pichones Ángelo y yo que planeaba almorzar gratis el resto del mes, ¿Listo para la demostración? –Stasi se limitó a asentir levemente- Bien, tenemos dos sujetos de prueba dispuestos y si no tienes inconveniente podemos empezar ahora mismo.

Bajaron por unos ascensores varios pisos por debajo de la superficie, hasta llegar a una cámara que era la antesala a unas blancas habitaciones donde un puñado de personas en bata se afanaban en diferentes actividades, el doctor Grosso tecleo distraídamente en un panel al lado de la puerta para garantizar su ingreso, pasaron por un amplio pasillo hasta llegar a otra puerta donde Grosso coloco su ojo donde un lector de retina aprobó su paso.

-Bien, aquí lo tienes- dijo Grosso entregando un delgado tubo metálico de unos veinte centimetros a Stasi.

-¿Esto es lo que creo que es?-

-Espero que no eches en falta el sentido de ironía en el diseño- le dijo Grosso con una amplia sonrisa mientras asentía -Ahora bien, entrando en detalles, no sabemos, aun, a ciencia cierta qué efectos tendrá esto en el futuro pero creemos que puede mantenerse estable.

-¿Estable? Creo que me perdí en algún momento.

-Bueno, ¿Qué sabes de la antimateria?

-Que empieza con “a”- Dijo Stasi aparentemente en tono de broma aunque ninguna sonrisa estaba en su rostro.

-Bien, la antimateria es la contraparte de la materia. La materia está compuesta de partículas, la antimateria seria como los números negativos y estaría compuesta por las extensiones de esas partículas o de antipartículas si te gusta. Mientras un electrón tiene carga negativa en la antimateria tendría carga positiva, lo que llamamos un positrón.

-De acuerdo, parte y contraparte, eso lo entiendo.

-Bien cuando se descubrió todo este mundillo de la magia, tuvimos que plantearnos ciertas cuestiones sobre como transformaban la materia, lo que ocasionó un quebradero de cabezas de los mil demonios, lo que antes no se podía hacer ahora se podía y había toda una gama de conocimientos nuevos esperándonos y…

-Si eso ya me lo habías contado, centrémonos en el dispositivo.

-Está bien, el punto es que si la materia y la antimateria chocan ambas resultarían aniquiladas lo que daría lugar a una liberación de energía en forma de fotones, pero para ello se requería de aparatos inmensos y montones de energía para conseguir apenas unas cuantas antipartículas. Con la magia es distinto, solo se requiere una estructura primaria, que es lo que tienes en tu mano, que canalice de forma correcta la energía para que por el otro extremo produzcas antimateria, sobra decir lo que pasara a lo que impactes o a quien impactes con ese “hechizo”.

-No jodas… ¿me estás diciendo que tengo en mis manos un maldito rayo vaporizador?

-Yo prefiero llamarlo por su nombre poético, “Azrael”

-El ángel de la muerte de nuestro señor.- pronunció Stasi.

-Muy acorde ¿no lo crees?

-Bien, probémoslo.

Minutos despues Stasi se encontraba en una habitación con dos mendigos atados delos brazos cuyos pies oscilaban a escasos centimetros del suelo, Grosso se encontraba en la habitación de al lado observando la escena a través de un grueso cristal, presiono un botón y Stasi pudo oír su voz.

-Enfoca tu hechizo de manera correcta, si toca el piso desaparecerás el mismo suelo bajo tus pies.

Stasi levanto el pulgar derecho en señal de entendimiento.

Rememoró una escena con su madre en un restaurante, su padre tenía licencia y estaban cenando casi a los pies de la Torre Eiffel. Apuntó cuidadosamente la varita (no podía visualizarla de otra forma) de metal y concentrándose en el recuerdo exclamó:

Expecto Patronum.

El poderoso caballo surgió igual que siempre pero su habitual color blanco azulado había sido sustituido por un negro azabache con vivos rojos, galopó hasta los dos mendigos impactando a uno en pleno y al otro por un costado. Solo la soga ligeramente chamuscada quedaba del primer mendigo, mientras al que había impactado de costado el brazo había desaparecido junto con parte del costillar y el flanco, dejando ver parte de las visceras y colgando ahora dramáticamente de un solo brazo, Stasi pudo ver los quejidos, sus gritos serian terribles sin duda, si no hubiese estado silenciado. Saco su verdadera varita y un destello rojo puso fin al sufrimiento del hombre.

***

-Excelencia, el General Stasi solicita una audiencia urgente.

La visión del hombre sentado en el trono dorado se movía ligeramente, como si estuviese detrás de un inmenso vidrio tornasolado, aun asi el sonido de su voz no pareció tener ninguna dificultad para llegar hasta el subordinado.

-¡Mi buen Ángelo!- exclamo el anciano – Por supuesto dile que pase.

El sirviente se retiró haciendo una prolongada reverencia, para volver solo unos pocos segundos despues escoltando al mencionado general.

-Retírate – le dijo el recién llegado al sirviente, no hubo ningun tono especial en su orden, pero el criado obedeció de inmediato, rehuyendo el contacto visual y ofreciendo una reverencia aun mayor que la proferida al anciano.

A simple vista, el General Ángelo Stasi podía pasar por un hombre común y corriente, su metro con setenta de estatura no lo hacía destacable, y mucho menos su rostro, afable y sereno, con una incipiente calva sobre un cabello negro con ligeras vetas de gris en los costados, lampiño en su faz, y sus lentes redondos, le daban el aspecto de un oficinista promedio, aun el impecable traje militar no habría hecho diferencia en su apariencia que si hubiese tenido puesta una pijama de dibujos animados.  Aun asi, solo el hombre que estaba sentado frente a él tenía más poder en su imperio.

-Mi querido Ángelo, aun tienes la mala costumbre de anunciar tus visitas, sabes muy bien que siempre serás bienvenido en este recinto.

-La representación de Nuestro Señor en este mundo terrenal debe ser honrada sin diferencias por parte de nosotros simples mortales- dijo Stasi haciendo una ligera reverencia hacia el hombre.

-Siempre la misma perorata – sonrió el anciano- A veces veo nuestro saludo como una especie de comedia en la que al escritor se le han acabado los diálogos.

-Las situaciones rutinarias suelen ser útiles para descubrir a los impostores su excelencia, cualquier variación en lo que usted llama “mi perorata” podría servirle para identificar a un agresor disfrazado de mí.

-Ángelo, Ángelo, te preocupas demasiado. Para disfrazarte de ti necesitarían conseguir algo tuyo, lo cual sería sumamente difícil contra un duelista tan terrible como tú, además de este campo protector – el anciano hizo un ademán señalando el muro de vidrio con una evidente mueca de pesar en el rostro- que según nuestros expertos es imposible de penetrar por ningun hechizo o maldición, asi que ¿porque preocuparnos?

-Ninguna precaución es exagerada cuando se trata de protegerlo Su Excelencia.

-Anda, deja ya ese tema, y cuéntame a que has venido.

-Su Excelencia ¿me permite?

-Por supuesto, por supuesto –dijo el anciano con tono amable sabiendo a que se refería Stasi.

Con un veloz movimiento Ángelo sacó su varita e hizo aparecer una silla austera y simple de madera sin ningun tipo de acojinamiento a la vista, la varita ya había desparecido nuevamente sin dejar ver el lugar exacto donde había sido guardada. Colocó la silla de forma oblicua entre la puerta y el trono y aliando las perneras de sus pantalones se sentó.

-El doctor Grosso ha terminado su proyecto y lo hemos probado con buenos resultados.

-Ah- exclamo el anciano- Y ¿Qué es a lo que tú llamarías “buenos resultados”? – A Stasi no se le pasó el énfasis que el anciano había hecho.

-Funciona, simplemente asi, el dispositivo ha probado hacer lo que había prometido hacer y con creces, solo esperamos su autorización para probarlo con seres vivos.

-Sabes Ángelo, no estoy seguro de querer lanzar al mundo un artefacto como ese, en las manos equivocadas sería terrible.

-Estará en manos de nuestros subordinados y en las mías propias Su Excelencia, hombres que yo mismo he seleccionado y que son fieles a usted y a la causa.

-Y también son fieles a ti Ángelo.- Señaló el anciano.

-No Su Excelencia, a mí me tienen miedo, asi de simple.

-El miedo no es el mejor estimulante y mucho me temo que lo que planeamos hacer con nuestros hermanos ingleses está basado en ese miedo precisamente.

-¿Hermanos? Ellos no son nuestros hermanos, son asesinos, son cobardes y traicioneros, desleales a la fe y traidores de su raza. ¿Acaso se le olvido lo que esas bestias hicieron en Francia?

-Ángelo basta.- dijo el anciano con determinación, muy a su pesar Stasi bajo la cabeza.

-Lo siento Su Excelencia, le ruego me perdone, me deje llevar.  Pero en Francia cayeron trece dragones, un hombre de mi guardia, dos hermanos y el padre Voltieu, y nosotros no pudimos hacer nada, absolutamente nada.- Las gafas de Stasi resbalaban por el puente de su nariz mientras su rostro se veía  rubicundo de ira.

-Era… Es deber del pueblo francés resolver sus contingencias.

-Tenemos constancia de que el asesino viajo a Alemania, aunque súbitamente perdimos contacto con él, y ahora tememos que su siguiente paso sea atacar a Su Excelencia.

-Oh por supuesto que ese será su objetivo en algún momento, pero ello no justifica que tengamos que responder de la forma que tú deseas hacerlo. – el anciano dejo ver una mirada de comprensión sobre el general, y bajo una octava el tono de su voz- Lo siento Ángelo, se cuánto estimabas al padre Voltieu, te prometo que no siempre pondremos la otra mejilla, pero lo que planeas es demasiado, si seguimos asi caeremos en una espiral de destrucción haciéndonos cada vez más daño, hasta que no quede nadie a quien dañar.

-Lo comprendo su excelencia- Ángelo se puso de pie, un movimiento de varita, que apareció y desapareció en su mano, desvaneció la silla- Como siempre su sano juicio ha sabido poner en el camino correcto a este humilde servidor.

-Ve con mis bendiciones hijo mio.

Ángelo atravesó el salón hasta el atrio de la majestuosa catedral, la más grande del mundo y se maravilló, nuevamente, con el diseño del edificio a pesar de haber pasado infinidad de veces por el mismo lugar no dejaba de impresionarle, camino hasta la columna norte y conto los trece pasos hacia el único y reducido punto donde podía aparecerse y desaparecerse en ese recinto, mientras pensaba: “Lo siento Su Excelencia, es mi deber protegerlo, a veces hasta de usted mismo”

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-Sirius, despierta, despierta de una maldita vez.- El continuo zarandeo sobre su hombro y la voz que lo conminaba a despertarse fueron sacando de su estupor poco a poco a Sirius.

Esta vez la pesadilla había ido muy lejos, y había sido tan vivida, tan real. Profirió un prolongado bostezo mientras estiraba ambos brazos cuando reparo que se encontraba acostado sobre una superficie dura y fría, estaba dormido en el suelo y la voz, era de..

-Rápido, ya hicimos lo que pudimos Bucky y yo, ahora solo queda esperar, la chica está muy mal Sirius, pero el producto tiene bastantes posibilidades si mantenemos viva a su madre artificialmente.

-La chica,… producto… las palabras entraban en los oídos de Sirius pero algún defecto en la maquinaria lograba que pareciese que lo escuchaba todo en otro idioma, y de pronto la verdad le cayó como un balde de agua fría, terminando con su adormecimiento, la chica era Sam y… -¡James!- exclamó, lo deje solo contra ese maldito, debo ir.

El brazo de Tom lo sujeto de manera firme pero no agresiva, y clavó sus ojos en Sirius, unos ojos que no transmitían buenas nuevas.

-No hay nada que puedas hacer ya. Bucky tráelo.

El elfo acudió solicito y dejo sobre las manos de Sirius un ejemplar del Profeta de ese día, el rostro sonriente de James Potter taladró la vista se Sirius, leyó varias veces el titular de la nota sin poder dar crédito a lo que decía.

-¡VOY A MATAR A ESE MALDITO!- e hizo ademán de desaparecerse, sin lograrlo, el aire parecía solidificarse a su alrededor.

-¿Qué demonios pasa con este lugar?

-Hechizo de anti desaparición,- dijo tranquilamente Tom.

-Pues levántalo, que  me voy a cargar a ese maldito auror, le voy a arrancar el hígado y le voy a obligar a comérselo.

-No puedo.

-¿Cómo que no puedes? Hazlo, ¡AHORA!- Sirius había tomado a Tom por las solapas de su túnica.

-No puedo, nadie puede desaparecer y aparecer en Hogwarts, excepto los elfos.

-¿Estamos en Hogwarts? Tengo que ver a Harry, pobrecillo, mi ahijado debe estar destrozado, ¿Cómo salgo de aquí?

La mirada de Tom, mitad exasperación, mitad pena se mantuvo unos segundos sobre Sirius antes de dirigirse a Bucky.

– Dile lo que escuchaste esta mañana.

-El ministerio está en Hogwarts, tienen la varita del señor Black en su poder, con ella hicieron el conjuro que acabó con el Sr. Potter, yo mismo lo escuche del ministro, están preparando todo  para salir a cazarlo por el asesinato del Sr. y la Sra. Potter. Solo esperan que el chico Potter identifique la varita del Sr. Black.

Sirius reparó en la varita que tenía en la mano, era la de james, James se la había dado para desparecerse con Sam, ¡Sam!

-¿Cómo esta ella?- preguntó a Tom, momentáneamente olvidando su idea de desaparecer en busca de Harry.

-Mal, no te voy a mentir, las heridas que tiene son heridas malditas, incluso con la magia de Bucky y la mía apenas hemos podido contener la hemorragia y mantenerla estable, pero necesitaremos suerte si queremos salvar al bebe.

-¿Bebe?

-Tiene 4 meses de embarazo, ¿no lo sabias?

-Yo, no… – Sirius solo atinaba a balbucear, las cosas se sucedían una tras otra sin darle respiro sus amigos muertos, su novia moribunda, su ahijado en peligro sin duda, quizás su hermana también, Remus, el maldito asesino de Sam, y el maldito auror que los había metido en este embrollo, y ahora iba a ser padre, era demasiado, se sujetó la cabeza presionando duramente las sienes sintiendo que le iban a estallar.

Tom conjuró una silla y lo obligo a sentarse, con otra floritura apareció una copa rebosante de una poción azul brillante. –Toma, te hará bien- Sirius la bebió de un solo sorbo, como un sediento en un oasis.

La habitación pareció iluminarse un poco y los pensamientos parecieron sujetarse, de repente se sintió más sereno, más fuerte y decidido.

-¿Qué haremos ahora?

-Creo que llegó el momento de hacerle frente a Dumbledore de una vez por todas- dijo Tom.

-Pero James…

-James conocía las consecuencias, vamos Sirius ¿Qué esperabas que hiciera Dumbledore cuando nos descubriera? Menearía la cabeza y diría “Vaya que han sido traviesos muchachos, ya no lo vuelvan a hacer” Esto es una guerra, y en las guerras hay bajas ahora lo que debemos hacer es estar unidos y contraatacar. Tengo una idea en que puedo ganar y es factible lograrlo, pero necesito irme del país un tiempo para poder encontrar lo que busco.

-¿Y que excusa darás en Hogwarts?

-Creo que no te has puesto al tanto de todo, ayer tuve un enfrentamiento con una legión de aurores afuera de nuestro cuartel, lo demolieron con algún artefacto muggle, yo conseguí escapar, pero…- La voz se le quebró a Tom por un instante –Pero no estoy seguro de la suerte que corrió Bella, quizás si se desapareció a tiempo y está escondida, asustada en algún lado. Varios de ellos me identificaron, asi que mi regreso a Hogwarts está descartado. Saldré y encontraré lo que necesito, tú puedes quedarte aquí  al cuidado de Sam, Bucky les proveerá para ustedes lo que necesiten y se encargara de los cuidados de Sam. Tu vendetta personal deberá esperar un poco, piensa que si eres atrapado o eliminado, no tendrás tiempo de poner a salvo a tu hijo.

 -Yo… no lo sé, creo que lo pensaré, tendré tiempo para pensarlo.

-¡NO! -Tronó Tom enojado, desconcertando a Sirius, una mota de rojo había cubierto sus ojos por un instante.

-No más quizás, no más indecisiones, estoy por arriesgarlo todo y pido, no, exijo que tu hagas lo mismo, no quiero que te capturen y me delates.

-Yo no haría eso, no soy un soplón.

-Hay muchas formas de obligar a un hombre a que hable, ¿Qué harías si tienen al hijo de tu amigo capturado, que harías si tienen a Harry?

La sombra que cruzó el rostro de Sirius lo delató totalmente, el adoraba a su sobrino, daría su vida por él, del mismo modo que la hubiese dado por su padre.

Tom se acercó a Sirius y coloco una mano sobre su hombro, su enojo parecía haber desaparecido y hablo con voz tranquila pero firme.

-Entiéndeme, nos estamos jugando todo, no te pido que no te vengues, solo que me des el tiempo suficiente para tener las cartas del triunfo en nuestras manos, no estamos luchando solo por nosotros, ¿lo comprendes, verdad?

Sirius asintió con la cabeza un par de veces, Tom tenía razón, lanzarse al ataque como un toro de lidia era un grito para que lo mataran, y ahora iba a ser padre…

-Creo en ti Sirius, pero necesito estar seguro. Te pido que hagas el juramento inquebrantable.

Sirius vio sus opciones por unos instantes y despues exclamó

-De acuerdo.

Bucky sirvió como testigo mientras Sirius de rodillas le daba la mano a Tom.

-¿Juras jamás delatarme ante ninguno de mis enemigos?

-Lo juro

Una fina cuerda de fuego surgió de la varita de Tom entrelazando ambas manos

-¿Juras no levantar tu varita para traicionarme o lastimarme?

-Lo juro

Una segunda cuerda de fuego surgió de la varita de Tom aumentando el grosor del lazo.

-¿Juras seguir todas mis órdenes?

Sirius titubeo, ¿todas sus órdenes? Seguro se refería a lo que le había dicho de no abandonar la cueva y no emprender una venganza en su ausencia, pero… ¿y si no?  La sensación de decisión que le había dado la poción se hizo manifiesta de nuevo y argumento de forma poderosa, Es el mago que salvó a tu novia y a tu hijo, es el mago que conquistara a Dumbledore y acabara con este maldito régimen. Sirius ya no dudo más.

-Lo juro.

Una última lengua de fuego mucho más gruesa ató ambas manos, sellando el juramento y el destino de Sirius Black.

***

La celda era estrecha y fría, los recuerdos se agolpaban continuamente, los ojos de Molly cuando lo inmovilizaron en la entrada de su casa, la tristeza mezclado con el horror que había en ellos. El fantasma de la puerta del departamento de misterios abierta saliendo de su varita, el detonador que había desaparecido de su escritorio, y que creía estaba en el cajón de sus “tesoros”, como le llamaba al cajón donde guardaba todos sus artefactos muggles. Una leve sonrisa apareció en su rostro al rememorarlo e inmediatamente una niebla se introdujo por las rejillas trayendo de nuevo el pesar y el desconsuelo. ¿Cómo había podido ser tan tonto para confiar en Robards? Había dado su varita. “Aquí tienes la mía Arthur, ¿ves como no hay desconfianza? Solo es una pequeña travesura insignificante pero que me conseguirá un puesto más alto y cuando yo esté ahí, no me olvidare de ti Arthur, yo te ayudo, tú me ayudas, y asi sucesivamente ¿Qué te parece eh?”

La niebla desapareció de repente y Arthur tuvo tiempo para reconfortarse un par de segundos antes que los aurores entraran a su celda. Sin mediar palabra lo sujetó cada uno por los brazos y lo condujeron fuera de la celda

-¿A dónde me llevan?

-Silencio- dijo el hombre apuntándole con su varita acallando al instante a Arthur.

Las cadenas de la silla se enroscaron en sus muñecas y tobillos lastimándolo, el pleno del Wizengamot se encontraba frente a él y sobre su estrado el Mago Blanco le miraba detrás de sus espejos de media luna.

-Arthur Weasley, se encuentra aquí acusado de vandalismo en una localidad muggle, ¿Cómo se declara?

-Inocente. Pronunció claramente  Arthur, se sentía mucho mejor fuera de las celdas y lejos de los dementores aunque tuviese a todo el Wizengamot sobre él, como dicen los muggles “la verdad surgirá”

El ministro extrajo una varita de una caja y se la mostró a Arthur.

-¿Es esta su varita Sr. Weasley?

-Si- Respondió Arthur, su voz sonó un poco menos firme esta vez.

-¿Está consciente de que la varita demostró que con ella se abrió la puerta del departamento de misterios?

-Si-. Ahora Arthur temblaba visiblemente.

-Brujas y magos del Wizengamot, creo que podemos pasar a una votación, los que estén a favor de liberar al acusado levanten su mano- el pleno del Wizengamot permaneció inmóvil un par de segundos mientras el ministro los recorría con la vista.

-Los que estén a favor de que el acusado es culpable.- las manos se elevaron al unísono sentenciando a Arthur.

-Bien, originalmente esta corte había pedido para el acusado que fuese Besado ya que no deseamos practicas tan aberrantes como las que los muggles practican, Arthur no pudo evitar estremecerse ante la mención del castigo, pero como su infortunado ataque tuvo la inesperada casualidad de descubrir una guarida de rebeldes disidentes se ha decidido atenuar los cargos. Arthur suspiró relativamente aliviado, uno o dos años serian duros, pero no el fin del mundo.

-Al acusado se le condena a 15 años en la prisión de Azkaban, sentencia que cumplirá de inmediato.

Arthur quiso protestar pero fue acallado nuevamente por uno de los aurores que lo habían escoltado, lo condujeron fuera de la corte entre sollozos y quejidos mudos.

-Silencio, deja de lloriquear como bebé, Robards nos dio un mensaje.

“Tranquilo, No me he olvidado de ti”.

***

-Ya le dije que mi padre no sería capaz de hacer algo asi.- Dijo Fred

-Además  ¿Qué ganaría con ello?- Secundo George.

-Aquí las preguntas las hago yo jovencitos, asi que más vale que moderen su lenguaje.- El auror levanto su varita ligeramente orientada hacia los gemelos, estos entonaron los ojos, desafiantes ante lo que consideraban una injusticia.

-No creo que la Directora o el Ministro aprueben que al regresar encuentren a dos estudiantes hechizados por un auror- dijo Snape de manera lenta.

-Severus tiene razón. –Dijo Frank tomando el brazo de su compañero,- Déjame esto a mí.

-No hará ninguna diferencia, no hay nada que contar, dijo Ron, el cual mantenía su cabeza baja y no había hablado desde que la directora se había llevado a Harry.

-Bien, te creo. Pero quiero que piensen esto, su padre está detenido por que todas las pruebas indican que él es el causante o en su defecto el autor intelectual de la explosión. No descartamos que haya tenido un cómplice, y si ese cómplice aparece y él fue el que detono la bomba, lo cargos más graves serian para él y no para su padre, ¿comprenden?

-Mi padre no tiene un cómplice, porque él no es responsable de esto.

-Su varita probó haber hecho los hechizos y él estaba en posesión del detonador de la bomba, y ya ha sido descartado que este bajo el influjo de algún Imperius, esas son las pruebas del Wizengamot, y ¿crees que con simplemente negarlo lo vas a ayudar? No los juzgo, como no juzgo a su padre, no es mi responsabilidad. Mi deber es averiguar que pasó, si eso exonera a su padre, bien, y si lo inculpa, también. Pero se habrá hecho con justicia ¿de acuerdo?, siguiendo las leyes que nos rigen y en las que se basa nuestra sociedad, asi que si ustedes creen que hay algo que no hayan tomado en cuenta, cualquier cosa que de momento no se acuerden, háganmelo saber.

-Está bien- dijo Ron, los gemelos no contestaron.

Los aurores se encaminaron a la puerta, Frank se detuvo y dijo a su compañero.

-Adelántate un momento.

-Sabes que el interrogatorio debe ser con ambos, Frank.

-Sí, pero no te necesito para regañar a mi hijo porque saco una mala nota ¿de acuerdo?- dijo Frank mientras hacia una seña a Neville para que fuera hacia él

-Oh, eso. Bien te espero en la salida. No tardes.

-Será solo un momento.

Una vez que estuvieron a solas, Frank hizo una floritura con su varita para evitar que los oyeran.

-Necesito tu ayuda hijo, quiero que averigües si hay algo más en este caso, con los chicos de acuerdo.

-No seré tu soplón.- dijo Neville enojado.

-Sí, lo serás, porque aquí hay algo muy raro, estoy seguro que le tendieron una trampa a Weasley y cayó como conejo.

-Entonces ¿Crees que es inocente papá?

-No lo aseguraría, pero tengo una corazonada y mis corazonadas suelen ser buenas, asi que ¿Qué dices? ¿Me ayudas?

-Si es por esa razón, con mucho gusto.

-Se cuidadoso, no quiero que ellos piensen lo contrario y se cierren más aún, están lastimados y heridos, asi que ve con tiento.

-Sí señor.- dijo Neville, la frente de Frank se arrugó un poco al verlo, ya no era el niño aquel que cargaba y sentaba sobre su rodilla, pronto estaría en la adolescencia y seguro que sería un galán entre las chicas, sin pensarlo Frank abrazó a su hijo estrechándolo fuertemente.

-Te quiero hijo.

-Y yo a ti papa.- dijo Neville desconcertado, las demostraciones amorosas con su hijo no eran comunes en Frank Longbottom.

En muy poco tiempo Frank agradecería haber tenido ese gesto amoroso con su hijo.

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