La noche era casi plena mientras el contingente avanzaba resguardándose en las crecientes sombras, hacía tiempo que habían dejado atrás las patrullas y esta vez había sido por poco, habían perdió otro centro de reunión y el cerco de los aurores se cerraba aun mas sobre ellos, la sensación atenazaba las gargantas de los ahí presentes muggles y magos por igual, al frente del grupo tres hombres discutían entre susurros, pero no por ello de manera tranquila.
-Han sido tres veces en una semana, tres James, esto no es normal, no puede ser posible que los aurores estén detectando y deshaciendo nuestros escudos con esa frecuencia, simplemente no es posible.
-Baja la voz Black- intervino Tom- pasó bastante tiempo antes de que nos detectara alguna redada y ahora quizás simplemente han tenido suerte.
-Además Rufus ha duplicado las patrullas al triple desde la primera vez a petición de Robards- terció James- deja de ver fantasmas donde no hay Canuto, ya tenemos bastante con los problemas actuales.
Sirius iba a responder pero el contacto de una mano femenina sobre su hombro lo detuvo, detuvo sus pasos rezagándose de Tom y James. La voz de Samhanta entro como un bálsamo conciliador para su estado de ánimo y cuando recargo su rostro sobre su espalda Sirius se relajo casi por completo.
-Tranquilo, saldremos adelante.
Sirius le mostró una sonrisa fingida mientras respiraba hondo.
-Antes no me hubiera importado, siempre le di bienvenida a las batallas hasta que…
El ruido de voces detrás de ellos los hizo reaccionar, todos se agruparon rápidamente en torno a los tres líderes, Tom, James y Sirius lanzaron simultáneamente hechizos desilusionadores aprovechando la sombra de un edificio lejos de la influencia del alumbrado público.
Un grupo compuesto por cuatro muggles salió doblando la esquina por la acera del frente, iban dando tumbos aparentemente ebrios como una cuba, el contingente permaneció en silencio hasta que doblaron la siguiente esquina lo que, dada su condición, llevo más tiempo de lo normal, reanudaron su paso sin retirar los hechizos desilusionadores faltaban unos pocos bloques para salir del perímetro anti-desaparición del ministerio una vez ahí todos estarían a salvo.
De pronto Sirius levantó una mano indicando a los demás que se detuvieron, sintiéndose estúpido casi de inmediato puesto que los demás no lo podían ver a causa del hechizo desilusionador -Alto- dijo en voz baja pero lo suficientemente audible.
Una sombra se movió por un lado del edificio contiguo la cual parecía desprenderse de la pared.
-Revélate.- dijo Sirius abandonando la prudencia del susurro y apuntando su varita a lo que identificaba como la cabeza de la sombra.
-¿Me vas a matar Sirius?- dijo una voz mitad divertida mitad seria.
-Maldita sea lunático me has pegado un susto del demonio.
-Me alegro, pero no hay tiempo, por el este hay dos patrullas y yo vengo a cargo de otras dos por el sur, ahora debemos movernos rápido porque no tardaran en venir a buscarme si no me reporto.
Siguieron a Remus a través de dos callejuelas que los condujeron rápidamente afuera de lo que parecía una burbuja gigantesca, una vez ahí se desaparecieron en parejas, al final solo James, Sirius y Samhanta quedaban.
-Debo regresar, tomare como pretexto a los muggles que pasaron frente a nosotros cuídense.- Remus hizo ademan de retirarse mientras James desaparecía con un giro de varita, súbitamente Remus pareció convulsionar doblándose sobre si mismo presa de lo que parecía un dolor insoportable.
-Remus- grito Sirius mientras corría a su lado, se detuvo, sin embargo al percatarse que la túnica de Remus se desgarraba por la espalda y unas patas largas y poderosas se asomaban por debajo de la misma, finalmente un hocico largo poblado de afilados dientes deformaba la cara de Remus el cual lanzaba un aullido largo a la reinante luna llena que se asomaba lentamente a través de los edificios.
Sirius corrió hacia Sam con la intención de desaparecerse pero de un solo salto Remus se puso delante de él gruñendo amenazadoramente.
-Remus amigo, reconóceme.
Otro aullido y Remus se lanzó a la carga contra Sirius intentando morder y despedazar.
–Desmaius– grito Sirius, el hechizo impactó de lleno en el pecho de Remus pero apenas le hizo aflojar el paso.
–Incendio– Sirius trazó un semicírculo de fuego alrededor de Remus y este gruñó amenazadoramente pero sin atreverse a cruzarlo, un gemido de terror de Sam hizo que Remus desviara su atención hacia ella reemprendiendo el ataque.
-NO- grito Sirius –Confringo. Trozos de cemento ardiendo impactaron el lomo de Remus mientras una varilla al rojo vivo alcanzaba a Sam en un brazo, pero el ataque de Remus no cesó., un único salto y las garras poderosas destrozaron el frágil torso de la joven, ni un solo grito salió de su garganta y sus ojos se encontraron con los de Sirius mientras la vida se le escapaba en forma de ríos de sangre.
Bañado en sudor Sirius despertó sobre el sofá de la sala en Grimmauld Place, la pesadilla había durado toda la noche esta vez, permaneció unos segundos sentado mientras intentaba serenarse, todo estaba bien, él sabía que en aquella ocasión había aturdido a Remus antes de que atacará a Sam, habían tenido mucha suerte esa vez, mucha suerte, echó un vistazo a la habitación y notó que la licorera sobre la mesa de centro se encontraba completamente vacía.
-Kreacher- gritó Sirius, un sonoro “crack” se dejó oír y un viejo elfo apareció ante Sirius.
-El baño está preparado mi señor, ¿quizás desea que le prepare un desayuno y un remedio para las copas que ingirió anoche el señor?
-Solo el desayuno y reabastece las licoreras de la casa, tomare un baño.
-De inmediato mi señor, el viejo Kreacher solo está para servir al heredero de la casa Black –hizo una pequeña reverencia y con otro “crack” desapareció.
Sirius tomó las escaleras hacia su cuarto para tomar un baño con un movimiento de su varita las cortinas se abrieron y dejaron entrar la incipiente luz de la mañana, proyectando su sombra contra las paredes, Sirius continuó su camino sin notar que su sombra ese día era mucho más grande de lo habitual.
***
La brillante luz de mediodía se precipitaba a raudales a través del ventanal en el despacho del ministro, los pergaminos se amontonaban a ambos lados de su escritorio y el ministro se encontraba sumido en la lectura de un larguísimo documento, a la lejanía el retumbar de un trueno lo sacó de su lectura, a diferencia de la mayoría de las ventanas del ministerio la suya no se encontraba imbuida por ningún encantamiento de clima por lo que lo que se veía a través de ella era el clima común y corriente, aunque no por ello dejaba de estar protegida por poderosos hechizos defensivos.
El ministro se incorporó de su asiento y se encaminó hacia el ventanal, nubarrones negro avanzaban a velocidad anormal y oscurecían el paisaje, el ministro tomo un pequeño objeto de una mesa contigua parecía un reloj de arena hecho enteramente de cristal, una nube roja se formo en la parte superior del objeto y unos cuanto rayos salieron despedidos, al nube siguió creciendo haciéndolo estallar en minúsculas piezas y fino polvo de vidrio.
-Ya veo- dijo el ministro sin inmutarse, con un toque de su varita el objeto se reparó y fue depositado nuevamente en la mesa, las nubes ahora habían cubierto por completo el cielo, el viento se desató haciendo vibrar el ventanal y rompiéndolo en mil pedazos, un tornado empezó a formarse tocando tierra, la silueta de un joven se apreciaba entre el embudo sin ser afectado por los terribles vientos, habló con voz de trueno y el ministro no tuvo duda que se dirigía a él
-Sal y enfréntame.
Dumbledore desapareció y apareció casi instantáneamente sobre el techo del ministerio, no movió su boca pero el joven pudo escucharlo perfectamente.
-¿Quién eres y que deseas?
-Me conoces perfectamente y sabes perfectamente lo que deseo- el joven esgrimió su varita y un brazo del tornado se precipitó sobre el techo haciendo caer a Dumbledore un segundo y tercer brazo lo envolvieron cual tentáculos, Albus intentó esgrimir su varita pero un hechizo lo desarmó y su varita fue convocada por el joven, la atrapó con su mano y se dedicó unos segundos a examinarla.
-Vaya, así que la conseguiste después de todo, bien, mucho mejor de lo que esperaba con mi poder y la varita mayor en mis manos no habrá nada en el mundo que se me oponga.- la risa escapó generosa de su garganta unos momentos, pero se contuvo lo suficiente para decir.
-Adiós Albus Dumbledore, Avada Kedabra.
Los sonidos de gaviotas y el ajetreo de los muelles lo despertaron, el sol estaba por salir no debían ser mas allá de las seis de la mañana, sonrió un poco recordando su sueño, la sensación de poder había sido fantástica, aunque sabía que se engañaba a si mismo si creía que derrotar a Albus seria tan fácil como en su sueño, no, aun debía conseguir más poder del que el vejete pudiera imaginar, su venganza estaba cerca.
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