La mañana recibió a Harry con truenos y estallidos de relámpagos haciendo vibrar los cristales de su ventana, por fin era sábado en lo que se le había antojado una semana bastante larga, aunque las lecciones habían sido bastante agradables, en especial defensa contra las artes oscuras, donde había descubierto la diferencia de entrenar en casa con su padre y aprender de un maestro excelente como lo era el profesor Lupin.
Dedicó unos minutos a observar la tormenta que caía a raudales sobre los terrenos del castillo, sabía de antemano que la selección para el equipo de Gryffindor no se suspendería por una nimiedad como una tormenta, pero aun faltaban algunas horas antes de que iniciaran, así que confió en que la tormenta cediera antes de comenzar.
Probó despertar a Ron, con el cual había hecho una buena amistad desde su viaje en el expresso de Hogwarts pero este dormía a pierna suelta acallando parte de los truenos con sus ronquidos así que decidió bajar al comedor a desayunar algo.
Encontró en el comedor a unas cuantas personas entre ellas al capitán de Gryffindor un chico llamado Oliver Wood que parecía bastante concentrado en una tablita donde, a un golpe de su varita, varias flechas de colores salían disparadas hacia varias direcciones.
Harry tomo algo de pan tostado y un vaso de jugo mostrándose cada vez más interesado en lo que, ahora veía claramente, era un tablero de Quidditch en miniatura y las flechas semejaban los movimientos de los jugadores, había visto unos parecidos en el callejón Diagon que ofrecían revelar los secretos de las jugadas de los irlandeses, considerados por la mayoría de los expertos como los mejores jugadores del mundo. Sin embargo a cada nuevo movimiento, Oliver parecía cada vez más descontento y más confuso, por lo que Harry prefirió no hacer ningún comentario.
El muchacho pareció desistir y dirigió su atención a los huevos con tocino que estaba desayunando cuando reparó en la presencia de Harry.
-Hola.- saludó – ¿Te caíste de la cama?
Harry rio ante la broma y agregó
-No, más bien me despertaron los ronquidos de un compañero.
Oliver rió también mientras tendía su mano
-Mala suerte, Oliver Wood.
-Harry Potter.
-¿Potter? ¿El hijo del auror?
-Sí, el mismo.
-Macgonagall me habló de ti, me dijo que había obtenido permiso especial del mismo ministro para que formaras parte del equipo, debes ser muy bueno para que se haya tomado tantas molestias, ¿Qué posición juegas?
-Buscador- Dijo Harry tomándose un momento para masticar un pedazo de pan tostado- Y en realidad tengo bastante tiempo jugando, pero ya lo decidirás en la selección.
Continuaron charlando sobre Quidditch y discutiendo sobre las jugadas en la tablilla de Wood, y a los pocos minutos se les sumó un adormilado Ron aunque este parecía más concentrado en el desayuno que en el Quidditch, estaban por dar las ocho de la mañana cuando Wood se levanto para preparar lo necesario para la selección y Harry y Ron partieron a alistarse.
Rayaban las nueve de la mañana cuando saltaron al campo, la tormenta se había convertido en una pertinaz llovizna que había ahuyentado a la mayoría del público, aun así alrededor de veinte personas se agrupaban en torno a unas sombrillas para presenciar la selección del nuevo equipo de Gryffindor.
Wood inicio con una práctica de vuelo donde quedaron eliminados la mayoría de los jugadores de segundo y tercer año, toco el turno a los golpeadores donde la calidad de los Gemelos Weasley quedó demostrada con golpeos certeros y una muy buena movilidad, tocó el turno para seleccionar a el buscador y después de eliminar dos prospectos que no atraparon la snitch, siguió Harry a quien le bastaron veintidós segundos exactos para atraparla, los restantes candidatos se retiraron sin protestar, finalmente los cazadores, o mejor dicho las cazadoras quedaron formadas por Katie Bell, Angelina Johnson y Alicia Spinnet las cuales marcaron por lo menos cinco tantos más que su perseguidor más cercano.
-Bien fue una sesión genial – dijo un sonriente Wood una vez que todos estuvieron en el vestíbulo lejos de la lluvia -El programa de entrenamiento aparecerá publicado el lunes en el tablero de la sala común.
Harry y Ron siguieron rumbo a la sala común, satisfechos pero calados hasta los huesos por la lluvia y el viento, cuando fueron interceptados por el profesor Lupin.
-Una muy buena actuación Harry, te felicito.
-Gracias profesor Lupin.
-Saben quiero discutir con ustedes dos algunos puntos sobre sus trabajos ¿les molestaría acompañarme a mi oficina?
-En realidad no profesor pero quisiéramos antes tomar una ducha y secarnos.
-Eso no es problema- y con un movimiento de varita Ron y Harry estuvieron secos en un instante como si jamás se hubiesen mojado.
-Ahora si no les molesta insisto en que me acompañen a mi oficina.
Notando el énfasis en la palabra “insisto” que había imprimido el profesor Lupin asintieron en silencio y emprendieron el camino hacia la oficina de su profesor.
***
Las pisadas del hombre resonaron en el recibidor que se encontraba completamente solo, los adornados y altos techos contrastaban drásticamente con la austeridad del mobiliario, una hilera de sillas se recargaba contra la pared izquierda y una serie de cuadros de baja calidad representando imágenes religiosas se dispersaban en la pared opuesta cada dos o tres metros, al fondo una puerta de madera austera señalaba el paso a una sala mucho más amplia, un solo hombre se encontraba en una silla y un escritorio comunes y corrientes mientras alrededor de quince mas vestidas con amplias togas se encontraban en unas bancas aparentemente meditando o rezando.
-¿Padre Ignas Voltieu?- preguntó el hombre con voz clara y fuerte dirigiéndose al sacerdote que se encontraba en el escritorio.
-¿Quién me busca y que desea?- el grupo de gente que se encontraba rezando se levantó y emprendió el camino hacia la salida.
-Oh no, por supuesto que no insisto que ustedes nos acompañen y con un movimiento de varita la puerta quedo sellada.
El hombre que se encontraba tras el escritorio aprovecho la oportunidad para esgrimir una varita en contra del intruso intentando aturdirlo, pero este desvió fácilmente el hechizo, devolviendo a su vez un haz de luz verde que impactó en el pecho del individuo el cual cayó con el rostro desencajado sobre el escritorio, sus facciones empezaron a derretirse como la cera revelando el rostro de un hombre mucho más joven.
El hombre se dirigió de nuevo al contingente y pregunto de nuevo.
-¿Padre Ignas Voltieu? Y el verdadero esta vez si no les molesta.- añadió en tono burlón.
Tres hombres resultaron escudados ante el resto del contingente los cuales retiraron sus túnicas revelando armaduras de un material extraño y esgrimiendo a su vez unas espadas de un ligero tono amarillento.
-Dragones, ya veo.- dijo el intruso en un tono divertido mientras era rodeado por el contingente.
Mientras dos se abalanzaban con sus espadas el hombre desapareció fuera del circulo en un giro de su capa y dos maldiciones asesinas impactaron por la espalda a un par de los dragones, una banca se atravesó entre él y el filo de una espada mientras dos dragones mas eran impactados por maldiciones imperdonables, el mago convocó las espadas de los caídos lanzándolas contra cuatro dragones más que cayeron con el corazón o el cuello destrozados, un par de hechizos de aturdimiento rebotaron en las armaduras de los restantes obligando al mago a desaparecer nuevamente, esta vez el escritorio fue impulsado contra tres de los restantes aturdiéndolos el tiempo suficiente para caer presa de nuevas maldiciones asesinas, solo quedaban dos dragones en pie los cuales se mostraban indecisos a atacar al mago, el cual apareció detrás de ellos.
-Si se mueven son hombres muertos, pero esto no tiene que terminar así, díganme quién de ellos es el verdadero sacerdote y podrán irse.
Ambos dragones en idénticos movimientos tomaron sus espadas y se abalanzaron contra el mago en un desesperado intento.
-Estúpidos. Gruño el mago, despareciendo de nuevo y dos maldiciones más terminaron con los dragones.
-Nunca obtendrá nada de nosotros- gritaron los tres hombres que habían quedado en el salón -Jamás nos hará hablar.
-Es curioso, el que me dio la información para encontrarlos me dijo lo mismo, así que porque no se ahorran el trago amargo y me entregan lo que busco, solo un pequeño papelito y todos nos iremos a cas felices y contentos, ¿Qué les parece? ¿No? Bueno.
El mago tardo unos segundos como decidiendo con cual comenzar finalmente selecciono al más joven de los tres esgrimió su varita y dijo
–Crucio.
El hombre se retorció por el suelo dando alaridos, pero sin pronunciar palabra. Pasaron un par de minutos más y el hombre parecía a punto de desmayarse así que el mago cesó el castigo.
-Bien probemos de otra forma, Legeremens- las imágenes pasaron a velocidad indescriptible, una ceremonia, el rostro de un hombre, el mago bajó su varita mientras el hombre se quebraba y quedaba semimuerto tendido en el piso.
-Bien, muy bien- una maldición asesina se encargó de eliminar al último hombre que intentaba proteger tras de sí al sacerdote.
-Al fin nos conocemos padre Voltieu, ahora si es tan amable, entrégueme lo que he venido a buscar.
El hombre no pronunció palabra permaneciendo estoico ante la escrutadora mirada del mago.
-Puedo borrarle la memoria y regresarlo a algún lugar donde vivirá tranquilo, no necesita morir padre, esto no tiene que pasar así.
-¿Tranquilo? Muriendo de hambre como el resto de los humanos normales, viendo como caen mis congéneres victimas de aberraciones como usted, auror.- terminó el sacerdote de forma despectiva.
-Bien, sea pues a su manera- dijo el auror levantando su varita.
***
Con un esfuerzo sobrehumano el sacerdote se inclino un poco hacia los caídos, haciendo la señal de la cruz hacia ellos dijo de manera entrecortada con las comisuras de los labios bañadas en sangre.
–Deinde, ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.- las fuerzas abandonaron aquel cuerpo, quedando tendido en cruz con los ojos muy abiertos, llevándose como última imagen la bellamente adornada cúpula del templo.
El auror revisó los cuerpos uno a uno, finalmente extrajo de uno de los dragones un pergamino bastante arrugado, totalmente en blanco, le dio unos golpes con su varita sin obtener ningún resultado, lo estudió por unos minutos mientras su cerebro trabajaba a marchas forzadas, finalmente acercó el pergamino a una de las velas que aun seguía encendida, colocó el pergamino cerca de la flama lo suficiente para que el calor bañara su superficie sin quemarlo, al instante una lista de nombres empezó a aparecer sobre el papel.
-Muggles- murmuró –Tan predecibles como siempre- dirigió su vista hacia los cuerpos y en forma exageradamente reverencial hincó una rodilla en el piso mientras murmuraba.
–Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis– y con una sonora carcajada abandonó el lugar mientras sus pasos desiguales retumbaban haciendo eco en la lúgubre escena.
Es Silas!!!!!!! Langdooooooooooooooon!!!!!!!!jajajaja no, no se.
No, ya en serio esta muy bueno este capitulo.
Orale, con ganas, muy codigo da vinci pero me encanta brown, por cierto ya tenemos el simbolo perdido, el nuevo, yo ya lo lei, chío se esta tardando, te lo recomiendo.
Hay mucho de quien puede ser el mago en el capitulo…
muy bueno
saludos
Dumbledore, Tom? No sé, pero el capítulo fue más que fantástico.
Pero, recién me doy cuenta, me puse al día!!!!! Sí!!! *Maite salta en un pie de la emoción* Al fin, ya era hora.
Ya no «abandonaré» tu fic, ya que ahora estoy de Vacaciones 🙂
Bueno, espero con ansias el próximo.
Un abrazo!
Maite.
PD: ¡Feliz Año Nuevo, Daiko!